lunes, 26 de agosto de 2013

La narrativa frustrada

Durante mucho tiempo ha existido en México una especie de creencia colectiva, profundamente arraigada en la opinión pública, de que el PRI sí sabe gobernar. Que frente a la impericia e inexperiencia de los otros partidos, los priistas tienen oficio, son  buenos operadores, resuelven problemas públicos, mantienen el orden y la estabilidad con mano firme. La efectividad política ("Peña cumple") siempre ha sido uno de los atributos que los priistas venden como propio y exclusivo.

Pero ese mito de la eficacia priista parece entrar en crisis. La semana pasada nos mostró que la incapacidad y torpeza de este gobierno comienza a tornarse preocupante. Sus errores ya no son los normales de un gobierno que apenas lleva 9 meses de gestión. Más bien reflejan una ineptitud que comienza a ser recurrente y sistemática.

Ese PRI y ese gobierno supuestamente expertos en garantizar el orden no fueron capaces de prever que la CNTE iba a bloquear los accesos al Palacio Legislativo de San Lázaro, zona federal, después del "aviso" que ya habían dado irrumpiendo violentamente en el mismo dos días antes. Ese PRI y ese gobierno que aparentemente se caracterizan por el oficio político no pudieron negociar con los líderes magisteriales y evitar el conflicto. Ese PRI y ese gobierno que dice mover a México se doblaron ante el chantaje de los violentos y retiraron la ley del servicio profesional docente.

Pero no solamente los vergonzosos sucesos relacionados con el caos múltiple causado por los pseudo maestros pone en tela de juicio el mito de la capacidad de gobierno de los priistas. También los datos duros que vienen de la economía. Peña Nieto y el PRI recibieron un país con una economía sólida, estable y en crecimiento, pero en nueve meses de gobierno todos los indicadores han empeorado. La tasa de desempleo muestra su nivel más alto desde enero. La inflación ya rebasó las expectativas planteadas por especialistas y por el Banco de México. El registro de inversión extranjera directa reportó salidas de capital por más de 1,500 millones de dólares. La propia Secretaría de Hacienda bajó su pronóstico de crecimiento anual del 3.1 al 1.8 por ciento. Los economistas ya hablan de recesión.

Y de seguridad, mejor ni hablemos. Baste decir que los asesinatos, secuestros y extorsiones no solamente no han mejorado en estos nueve meses, sino que están sensiblemente peor, con el agravante de que ahora no se percibe una estrategia clara y distinta al respecto, como sí la había en el gobierno de Felipe Calderón. Y en cambio sí pasa algo que antes no: proliferan policías comunitarias y grupos de autodefensa por todo el país ante la inacción de la autoridad.

La narrativa otrora imperante de que los priistas gobernaban bien y sabían hacer las cosas hoy se cae por su propio peso. Se convierte en una narrativa frustrada, a todas luces falsa. Con todo el poder en sus manos el PRI gobernó en México durante siete décadas con cierta eficacia derivada de la ausencia de equilibrios, más no necesariamente con calidad. Hoy ni eficacia ni calidad. Los priistas no son capaces de administrar lo público en un escenario donde impera el pluralismo, los pesos y los contrapesos, la acotación del poder, los órganos autónomos. En esa cancha el PRI no sabe jugar.