sábado, 4 de enero de 2014

El infierno norcoreano

La noticia pasó casi desapercibida. Estrenando año nos enteramos que el tío del actual dictador norcoreano Kim Jong-un fue ejecutado acusado de “traición a la patria”. Este personaje, de nombre Jang Song-thaek, había sido hasta entonces el número dos del régimen comunista de este país. Además era tío del dictador. Pero lo peor no acaba ahí. La forma de llevar a cabo la mencionada pena capital fue verdaderamente dantesca: el acusado fue devorado vivo por 120 perros de caza que habían estado tres días sin comer.

Hechos como éste no son aislados en una nación que lleva más de sesenta años sojuzgada por un régimen de terror. Se calcula que existen alrededor de 250,000 personas prisioneras en campos de concentración en donde son sometidas a infinidad de vejaciones y malos tratos. En efecto, informes de organismos defensores de derechos humanos señalan que todo tipo de atrocidades ocurren en estos lugares, desde los fusilamientos públicos y masivos, hasta las muertes por inanición, pasando por el asesinato de bebés, las torturas más espeluznantes o los castigos, por parte del gobierno, a los familiares y descendientes hasta en tercer grado de quienes están acusados de algún delito.

La tiranía estalinista que se padece en Corea del Norte es, además, hereditaria. Kim Jong-un, “El Brillante Camarada”, es nieto del fundador del régimen, Kim Il-sung, “Supremo líder” y “Presidente eterno”, e hijo de Kim Jong-il, “El Querido Dirigente”, quien también gobernó hasta su muerte, hace ahora dos años. El calendario que se utiliza en Corea del Norte empieza en 1912, año del nacimiento de Kim Il-Sung, cuya efigie todos los habitantes deben portar en la solapa, de la misma forma que deben acudir a rendir honores con asiduidad a su momia embalsamada.

Nadie puede entrar ni salir de este país. El acceso a internet es para menos del 1% de la población, sin duda los más altos dirigentes del Partido de los Trabajadores, el único legal. Es obviedad decir que no hay medios de comunicación más allá de los estatales, ni empresas privadas. El Estado tiene un control absoluto sobre la población y decide lo que ha de aprender, leer, escuchar, y comer. La economía es totalmente autárquica y las hambrunas son comunes, se calcula que varios millones de personas han perdido la vida a causa de ellas.

Esta realidad contrasta con la de la otra Corea, la del Sur, país libre y con una próspera economía de mercado, hoy convertida en una potencia mundial. Hasta los años cuarenta del siglo XX eran un mismo Estado. Los números no mienten: mientras el PIB per cápita en Corea del Sur es de 32,400 dólares, en el Norte es de tan sólo 1,800. La esperanza de vida al nacer en el Sur es de casi 80 años, en el Norte no llega ni a 70. En Corea del Sur mueren en promedio 4 de cada 1000 niños que nacen, en Corea del Norte son casi 30.

En Corea del Norte la realidad supera a la ficción. Las peores profecías totalitarias hechas por George Orwell en su célebre 1984 han encontrado en este país un cabal cumplimiento sin que se vislumbre la más mínima esperanza de poder cambiar pronto ese estado de cosas.

2 comentarios:

  1. Y para sazonar, el desplegado del Partido del Trabajo mexicano lamentando la muerte de Kim Jong-il "quien con gran sabiduría condujo a los norcoreanos por el camino de la paz y el desarrollo económico, político, social y cultural", hace dos años.

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    1. Ciertamente. Y esta clase d partidos, desgraciadamente han obtenido seguidores y escaños, para promover su asquerosa política socialista d parásitos vividores del erario público.

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